La velocidad de Internet en un momento dado puede ser afectada por diversas razones, sobre todo cuando se trata del servicio que se recibe de forma inalámbrica a través de WiFi, ese estándar de comunicación tan popular y que consiste en la emisión desde un enrutador o router, de ondas de radiofrecuencia que a su vez son recibidas por los dispositivos en su entorno inmediato y permiten una transferencia mutua de datos.
Pero detrás de este fenómeno que pareciera mágico y muchas veces asumido como perfecto, existen configuraciones a nivel del enrutador que pudieran favorecer o afectar la experiencia en una red WiFi.
Lo primordial es tener en cuenta que en telecomunicaciones, un cableado siempre será más eficiente y menos propenso a interferencias que cualquier tecnología inalámbrica, y es por ello que las mediciones más fiables se hacen mediante dispositivos conectados por cable y no por WiFi.
Teniendo en cuenta que la naturaleza inalámbrica de los routers trae consigo la posibilidad de cuellos de botella por distinta índole, bien merece un repaso:
1) Comenzando por las especificaciones del router, ya que de acuerdo a sus características técnicas éste permite velocidades máximas teóricas de transferencia de datos, tal como se observa en el gráfico respecto a cada una de las evoluciones que ha tenido en los últimos 25 años la familia de normas inalámbricas 802.11, mejor conocida como WiFi.
En este sentido, cada modelo de enrutador maneja diversas de estas normas y hace capaz el establecimiento de conexiones en las bandas correspondientes y a las velocidades máximas de cada una. En cajas o etiquetas de estos dispositivos por lo general aparece esta información escrita por ejemplo como “802.11 b/g/n”, o “WiFi b/g/n/ac”, o más recientemente simplificada como “WiFi 4”, “WiFi 5”, “WiFi 6” y “WiFi 7”.
Hasta acá el primer punto que también aplica a ONT, ONU y módems con función de router incorporada. Es clave para los usuarios, tener en claro la velocidad máxima teórica del dispositivo que facilita a cada cliente el proveedor de Internet (ISP), así como las de los routers adicionales o repetidores que puedan los usuarios añadir como refuerzo.
2) La siguiente recomendación a considerar es la ubicación del enrutador, debido a que por WiFi operar en frecuencias libres (2.4 GHz, 5 GHz y 6 GHz) su alcance es limitado a un área determinada por el fabricante bajo un patrón de irradiación horizontal a la redonda.
La orientación de la(s) antena(s) influye en su alcance, por lo tanto los usuarios deben ubicarlo lo más centrado posible del área a cubrir y en alto para facilitar el cubrimiento del espacio, además de considerar la cantidad, el espesor y los materiales de muros y paredes en los ambientes de la edificación, ya que podrían causar debilitamiento o interferencias que a la larga afectan la calidad de la conexión WiFi.
3) Otras veces el problema radica en la banda de frecuencias a la cual el usuario de WiFi se ha conectado, entendiendo que la de 2.4 GHz tiene mayor alcance y maneja velocidades de hasta 100 Mbps por segundo -dependiendo de la norma-, mientras que la de 5 GHz (no confundir con 5G) es capaz de entregar hasta 1 Gbps por segundo o lo que es lo mismo 1024 Mbps, pero dentro de un radio menor en distancia. La de 6 GHz es si se quiere todavía limitada en cuanto a equipos compatibles. Queda en manos del usuario y la capacidad del dispositivo, conectarse a una u otra.
4) También interviene en la calidad del servicio que las dos frecuencias mencionadas, a su vez se subdividen en canales técnicamente propensos a saturarse ante mayor cantidad de dispositivos conectados y a sufrir interferencias causadas por routers próximos o vecinos. Es posible revisar los canales más utilizados, mediante el menú de configuración o de aplicaciones que evalúan las conexiones WiFi, a fin de escoger los que estén menos usados.
5) En algunos casos otra razón para que dispositivos o routers auxiliares tengan problemas de velocidad, puede ser la antigüedad del cableado Ethernet utilizado para las conexiones físicas. Y para descartar esta posibilidad, ha de ser mínimo un cable de categoría 5e (CAT5e) estándar de 1999 o las versiones posteriores más modernas.
Más allá de estos cinco principales factores que podrían estar afectando la velocidad del servicio a nivel de los enrutadores, existen otros de su configuración capaces de mejorar la experiencia de los usuarios de WiFi y que podemos abordar en un siguiente post.
Jorge Espinoza | @jorgetelecom